En el mes de abril del presente año, Ladislau Alcântara y Rosilene Jansen, salieron a hacer algo de ejercicio en sus bicicletas en medio de la cuarentena; sin pensar que este paseo iba a cambiar sus vidas para siempre.
El día estaba demasiado caluroso, por lo que decidieron regresar temprano de su travesía, y de repente, en el camino se encontraron con una sorpresa. Se trataba de un pequeño perro que estaba parado solo en la mitad del camino, como si estuviera perdido o tal vez alguien lo hubiera abandonado.
Cuando se acercaron, se dieron cuenta de que se trataba de un perrito salchicha de color marrón desnutrido, que ni siquiera corrió, solo se limitó a mirarlos como pidiendo ayuda.
Ciclistas ven un perro abandonado en la carretera
Rosilene dijo a The Dodo:
«Nos dimos cuenta de que estaba abandonado y teníamos pan en la mochila, así que me acerqué a él, Le di el pan y se lo comió de inmediato».
Los ciclistas preguntaron a los residentes locales sobre el perro, y se enteraron de que la zona es muy popular para dejar a los animales abandonados.
Rosilene comentó:
«Me desesperé porque no quería dejarlo allí, pero aún quedaban más de 40 kilómetros (25 millas) para llegar a casa».
Así que Ladislau abrió la cremallera de su mochila de hidratación, recogió al perrito y lo metió dentro para transportarlo hasta su casa. No era una maniobra fácil de realizar, pero los ciclistas desde que vieron al animal abandonado, estaban decididos a hacer cualquier cosa por ayudarlo.
Ros agregó:
«No fue fácil. Yo iba en bicicleta detrás de él y miraba la mochila para asegurarme de que el perro no se cayera. Cada kilómetro fue una eternidad».
Luego de un largo recorrido, se detuvieron unos minutos para descansar, y en ese momento Ladislau se volteó y dijo una frase sonriendo a Rosilene.
Ladislau dijo:
«Como no tengo hijos, tendré un perro».
Los ciclistas continuaron el viaje y luego de unas cuantas horas finalmente llegaron a casa, allí le dieron un baño, agua y buena comida.
Luego de la enorme travesía en bicicleta, decidieron adoptar al perrito abandonado y lo llamaron Rotivi, aunque Ladislau prefiere llamarlo Pelanka.
Con el paso del tiempo, los ciclistas se fueron apegando mucho al perrito, y ahora los tres son completamente inseparables; son amigos incondicionales.
Desde entonces, Pelanka ha logrado superar sus problemas de salud y ha ganado suficiente peso. Ya es un perro fuerte y siempre acompaña a sus padres en todas sus aventuras.
Rosilene dijo:
«Él es nuestro compañero y siempre está con nosotros. No les teme a otros animales sin importar su tamaño. Se siente seguro sabiendo que siempre estamos cerca».
Aunque Pelanka fue algo inesperado, Ladislau y Rosilene no se imaginan como sería la vida sin él, y le brindan el amor que se merece.