Maria Cassano notó hace ya algunos años que una gata pasaba por el patio trasero de la casa de su padre en Long Island, Estados Unidos, y llevaba consigo un gatito bebé. Preocupada por ellos, trató de alimentarlos a pesar de que su padre no estaba de acuerdo, y logró que él hiciera una excepción.
A Maria le preocupaba que, por no alimentarse bien, la gata no pudiera amamantar a su pequeño; ella empezó a llamarla «mamá» y dejaba comida para ella fuera de la casa. Así que la gata se convirtió en una visitante permanente y la nueva preocupación de la familia era el clima frío.
Maria dijo a The Dodo:
«Mi papá es muy hábil y, aunque no es fanático de tener mascotas en la casa, es un tipo realmente empático y le encanta ayudar»
Familia instala cámara en la casa del gato salvaje
Uno de sus vecinos adoptó al gatito pequeño, pero mamá seguía en las calles y pasaba por la casa del padre de Maria a comer, así que el hombre decidió construir una casa para mamá.
Maria cuenta:
«Cuando su novia y yo comenzamos a preocuparnos por los gatos que sobrevivieron al clima frío, mi padre ordenó los elementos para una casa para gatos con calefacción, la cubrió con materiales impermeables, construyó una base y la colocó en el patio trasero».
Al poco tiempo, mamá tuvo otro bebé y preocupado el padre de Maria decidió instalar una cámara IR con el fin de asegurarse de que ambos regresaran a salvo a dormir; no imaginó que con esta idea obtendría hermosas y adorables imágenes.
Maria finalmente logró acercarse y llevar a mamá y a su gatito a un refugio local para esterilizarlos y vacunarlos.
Maria agregó:
«Era otoño, y el refugio dijo que mamá estaría bien para regresar, pero el gatito probablemente era demasiado joven para sobrevivir el invierno si se dejaba afuera».
Así que la mujer cuidó al pequeño gato para protegerlo del clima frío, y logró encontrarle un hogar definitivo. Por su parte, mamá ahora tiene dos amigos felinos más, llamados Inky y Finky y disfrutan pasar ratos juntos en el patio trasero.
Maria comentó:
“No entrarán ni nos dejarán tocarlos, pero nos reconocen, toman una siesta en el taburete [o] en las sillas de jardín, conviven con nosotros en el patio trasero y, a veces, se acercan a la ventana cuando es hora de comer».
Con el tiempo han añadido algunos espacios más para los gatos.
Maria dijo:
«A lo largo de los años, hemos conseguido algunas casas más y un ‘iglú de gatos’, por lo que todos nuestros residentes pueden mantenerse calientes, en broma me refiero a ellos como ‘Los condominios de gatos de Steve'».
Gracias a Maria y su padre, los gatos callejeros cuentan con un lugar caliente para pasar las noches frías.
Esta entrada fue modificada por última vez en 16 junio, 2020
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