Penny Richards, es una madre de acogida que vive en el norte de Virginia, Estados Unidos, y generalmente rescata a gatitos recién nacidos. Un día, encontró una publicación en Internet que hablaba sobre un gatito rescatado de las calles que necesitaba ser atendido con urgencia.

Una señora de buen corazón lo encontró solo en su jardín, y decidió llevarlo dentro, cuando vio que la madre del gatito no estaba por ningún lado.

Penny dijo a Love Meow:

«Ella había estado tratando de cuidarlo durante unos días, pero no sabía qué hacer. Si ella no lo hubiera acogido, él no habría sobrevivido».

Gatito con rara condición de salud prospera

Facebook/ Foster Kitten Academy

Por eso, Penny se acercó a la mujer y ofreció su ayuda profesional, y lo trasladó a su hogar de acogida rápidamente. Desde que Penny recibió al gatito notó algo diferente en él, era muy redondo y tenía una forma física muy extraña para un felino.

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El pequeño llamado Leo, estaba muy agradecido de que lo cuidaran, pero tenía problemas para agarrar cosas, alimentarse y parecía tener dificultades de salud. Por está razón, Penny comenzó a alimentarlo a través de una jeringa durante todo el día.

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Con muchos cuidados, medicamentos y comida especial, el apetito del pequeño felino fue aumentando, comenzó a ganar mucha energía y empezó a husmear su entorno.

Penny dijo:

«Lo abrazaba y él pasaba siglos oliendo mi cara o mis manos, con su pequeña nariz».

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A medida que se hacía más fuerte, se acurrucaba en medio de los juguetes hundiendo su carita con fuerza para tomar un descanso. Tan pronto como tuvo más energía y fuerza en sus diminutas patitas, se sintió demasiado motivado para caminar y comenzó a explorar el lugar.

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Penny comentó:

«A medida que pasaban las semanas, noté que no se estaba desarrollando bien. Sus orejas se quedaron planas y a las seis semanas no le salían los dientes (los gatitos suelen tener los dientes aproximadamente en tres semanas)».

A pesar de tener la mitad del tamaño de un gato normal de su edad, Leo siempre estaba de buen humor y solo quería jugar.

Imagen | Penny Richards

Penny agregó:

«Era un tipo increíblemente feliz desde el principio, siempre ronroneando y caminando con su extraño andar de piernas cruzadas. Le encantaba darse la vuelta y siempre dormía boca arriba».

Luego de ser examinado por un veterinario especialista, el adorable felino fue diagnosticado oficialmente con hipotiroidismo, una enfermedad poco común en los gatos.

Imagen | Penny Richards

Penny dijo:

«El hipotiroidismo inhibe el desarrollo cognitivo, así como el desarrollo físico, por lo que siempre ha sido ‘especial’. Esta condición le causó retrasos en el desarrollo, entre otros síntomas».

Leo tenía extremidades muy cortas y un cuerpo redondo, también tenía una cabeza ancha y su carita mucho más aplastada que la mayoría de los gatos.

Imagen | Penny Richards

Su hipotiroidismo era definitivamente congénito y tal vez su madre lo dejó abandonado porque no podía aferrarse a ella y era difícil alimentarlo por su condición física.

A Leo le comenzaron a suministrar medicamentos para la tiroides, y rápidamente empezaron a ver una leve mejoría en su desarrollo físico.

Penny comentó:

«Con el tiempo se convirtió más en un gato y menos en una bola de pelo. También aprendió a usar la caja de arena, a beber agua y a comer alimentos sólidos, aunque todo esto le llevó mucho tiempo».

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Cuando Leo aprendió a comer de un plato, felizmente devoraba varias comidas a lo largo del día; su peso aumentó y su energía se disparó. Con la ayuda de la medicación adecuada, sus dientes finalmente salieron, y a pesar de ser un poco descoordinado, Leo no dejó de jugar.

El pequeño requería atención las 24 horas del día y pequeñas comidas durante todo el día, así que, Penny lo mantuvo a su lado.

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A medida que Leo continuaba avanzando en su desarrollo, se volvía cada vez más curioso y activo, y su personalidad comenzó a emerger. Cuanto cumplió 10 semanas, pesaba cerca de 2 libras; su vista y oído se habían recuperado y estaba trabajando para perfeccionar sus habilidades felinas.

Durante las siguientes semanas, el felino atigrado realmente floreció y estaba cada vez más cerca de estar listo para su próximo capítulo en la vida.

Instagram/ mortymaebygramz

Penny comentó:

«Una pareja increíble me contactó para adoptarlo, así que cuando tenía casi cuatro meses, y estaba lo suficientemente desarrollado y teníamos sus niveles de tiroides estables, lo adoptaron».

La nueva familia de Leo, lo llena de mucho amor y le brinda los mejores cuidados para asegurar que tenga la mejor calidad de vida. Su familia dice que es muy travieso, casi nunca aterriza de pie y no puede saltar, pero eso no lo detiene, y sigue durmiendo boca arriba.

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Leo tuvo que luchar mucho después de ser rescatado, pero siempre ha sido un pequeño muy feliz, cariñoso, juguetón y le encanta que lo abracen.

Penny dijo:

«¡Estoy tan feliz de haberlo visto crecer, de una bola de pelo a este pequeño gato que ama la vida!».

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Ya ha pasado un año desde la adopción de Leo, y se ha convertido en un hermoso gato atigrado adulto y tiene la vida que se merece.