Aunque no seas un poliglota excepcional y mucho menos puedas mantener una conversación con los animales, ellos tienen una forma de comunicarse. Un pastor australiano de cinco meses llamado Vango hizo esto para salvarse de los ladrones de perros.
Vango, que se encontraba en una tienda de animales situada en Gatineau (Quebec, Canadá), armó un buen plan ladrando sin cesar y reclamando la atención del personal de la tienda para persuadirlos de que algo no andaba bien con sus compañeros.
Yves Jodoin, que trabaja como personal de la tienda y es adiestrador de perros en Au Royaume des Animaux, entiende el comportamiento de los canes. Y se dio cuenta de que la situación en ese momento no era normal.
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Al principio, Yves creyó que el perro ladraba porque quería una golosina. Sin embargo, después de que Vango recibiera una galleta y siguiera ladrando, Yves vio que algo no andaba bien.
Yves empezó a sospechar cuando la pareja que trajo a Vance no pudo responder a preguntas directas sobre él. Cuanto más preguntas básicas empezaba a hacer Yves, peor se ponía la cosa: ni siquiera sabían su edad ni si estaba castrado. Tampoco sabían qué comida le gustaba, de dónde era o cuánto habían pagado por él.
Yves le dijo a CBC Canadá:
“El perro estaba ladrando, el perro estaba empujando y realmente quería mi atención. Le estaba dando galletas al perro, pero seguía ladrando”.
Lydia Blouin, otra empleada, afortunadamente también se dio cuenta de la extraña situación. Para ver si había algún informe sobre mascotas desaparecidas, Lydia comprobó las páginas de las redes sociales locales.
Descubrieron en poco tiempo la foto de Vango en Internet publicada después de saber que había desaparecido de su casa en Buckingham, Quebec, solo dos horas y media antes de que las dos personas llegaron a la tienda.
Yves se dio cuenta de repente de que ya conocía a Vango. Lo había entrenado cuando era un cachorro.
El hombre recuerda:
“En ese momento, dije: ‘¡Vango, ven!’ Y el perro estaba reaccionando, estaba saltando. Todo el tiempo, estuvo ladrando y empujando, tratando de decir: ‘Hola, no soy el perro que dicen que soy’”.
La pareja se vio obligada a admitir que Vango no era suyo. La señora que reclamaba la propiedad del perro estaba en pésimas condiciones y admitió que no podía permitirse un perro, por lo que habían dicho que lo habían encontrado en el bosque y querían quedárselo como animal de apoyo.
El empleado se puso en contacto con la madre de Vango, Josée Francoeur, y esta se sorprendió mucho porque sabía que su perro no salía del patio sin permiso. Vango estuvo en el patio cerrado solo un segundo antes de desaparecer sin dejar rastro.
Por suerte, Vango se reunió con su familia, todo gracias a que el personal prestó mucha atención a las actitudes del perro y por supuesto debemos admitir que Vango es muy inteligente.
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