Candy es una adorable perrita Bulldog que vive junto a su familia, y normalmente es una chica bien portada y bastante tranquila; menos si se trata de comida, por supuesto. Cuando su madre regresó del trabajo un día, se encontró una gran sorpresa, al parecer alguien había destapado la bolsa de harina por el pasillo, y la perrita fingía no tener la menor idea de qué ocurría.
La familia de Candy asegura que cuando se trata de comida, su pequeña chica no conoce de límites y poco le importa si eso le trae algunos problemas.
Michelle Anderson, la madre de esta pequeña traviesa le dijo a The Dodo:
«Ella realmente solo quiere a su mamá, pero si tienes comida, ella viene a ti. Mucha gente piensa que se ha entusiasmado con ellos, pero tan pronto como no tienen comida en la mano, vuelve al punto de partida».
Perrita no tiene idea de quién abrió la bolsa de harina
Hace un tiempo, de regreso a casa del trabajo, Michelle vio que desde la ventana la esperaban Candy y su hermano Spike, podía notar el rostro de Candy embarrado de algún tipo de alimento, y solo pensaba qué habría hecho su chica traviesa en esta oportunidad.
Michelle recuerda:
“Estaba hablando por teléfono con mi novio y le dije ‘Dios mío, ¿por qué la cara de Candy está toda blanca?’”.
Tan pronto como Michelle ingresó a su casa, no solo pudo notar a Candy cubierta por completo de harina, también el pasillo estaba cubierto de blanco, pero Candy parecía no tener idea alguna acerca de lo que ocurría, así su rostro y patitas demostraran lo contrario.
La madre de Candy cuenta:
“Había huellas de harina en toda la habitación y al final del pasillo. La harina parecía una masa acumulada porque debió de tener sed y luego volvió a la harina. Había masa en el cuenco de agua».
Por supuesto, la mujer tenía claro que toda la travesura con la harina era obra de Candy, pues su hermano Spike estaba bastante limpio y alejado de todo el desorden que su hermana había dejado a su paso; al parecer tienen gustos culinarios completamente diferentes.
Michelle no le dio algún castigo a Candy por lo ocurrido, ya que considera que fue su culpa al dejar las bolsas de víveres a su alcance, y además cree que terminar embarrada de harina ya era un castigo más que justo para Candy.
Finalmente Michelle agregó:
“Ambos perros se meten en bolsas o bolsillos de los abrigos si huelen comida. Da la casualidad de que a Spike no le gustaba la harina o también habría estado en ella».