Aunque Kelly era la más pequeña de sus hermanos y tenía varios problemas, pudo salir adelante con la ayuda de su madre adoptiva. La pequeña atigrada, fue encontrada en la calle junto a una camada de gatitos que se encontraban abandonados, desprotegidos y sin su madre.
La camada fue llevada a un refugio local para que tuviera la oportunidad de encontrar una mejor vida.
Jess Thoren, una voluntaria que da hogar de acogida, en Nueva Jersey, quiso ayudar a los gatitos y se llevó a los ocho para su casa.
Gatita con espíritu luchador encuentra ayuda
Lo primero que notó, es que, uno de los gatitos era más pequeño que los demás, justamente era Kelly.
Jess dijo a Love Meow:
«Obtuve los gatitos cuando tenían solo una semana de edad. Kelly (la atigrada más pequeña) solo pesaba 84 gramos. Estaba muy débil».
La pequeña era del tamaño de una mano, tuvo que ser alimentada por sonda porque no tenía fuerzas para comer de un biberón.
Jess también descubrió dos heridas en su pequeño cuerpo, entonces, comenzó un tratamiento médico para curarla; la pequeña estaba al borde de la muerte, pero ella luchaba por vivir.
Era evidente que la gatita luchadora estaba dispuesta a pelear con sus pocas fuerzas, para hacerse más grande y tener una vida normal. Poco a poco, Kelly se animó a comer con la ayuda de su madre adoptiva, y tomó largas siestas para ayudar a su pequeño cuerpo a sanar.
Su hermano pelirrojo, llamado Zack, que dobla en tamaño a Kelly, fue su compañero permanente y le hacía compañía después de cada comida. Zack se acercaba a ella y se acurrucaba a su lado para ofrecerse como una cómoda almohada para que Kelly pudiera descansar tranquilamente.
Después de varios días de atención, durante las 24 horas y varias noches de insomnio, la pequeña finalmente alcanzaba su objetivo y su tamaño iba aumentando. La gatita alcanzó a aumentar 150 gramos; un logro increíble gracias a la dedicación de su madre adoptiva y sobre todo su disposición.
Jess dijo:
«Eso puede que no parezca el mayor logro ya que todos sus hermanos son al menos 100 gramos más grandes que ella, pero estoy muy orgullosa de Kelly».
La pequeña bola de pelo continuó sorprendiendo a su madre adoptiva con su increíble evolución, Kelly se volvió más activa y su apetito también mejoró.
Tan pronto Kelly estaba lo suficientemente fuerte, tomó de su propio biberón como si fuese un trofeo por ser una campeona de la vida.
Aunque la gatita aún era más pequeña que sus demás hermanos, ella siempre trataba de hacer lo mismo que hacen los gatitos más grandes.
Al pasar el tiempo, la pequeña se curó por completo, continuaba comiendo a su gusto y mostraba su barriga redonda, orgullosa después de cada comida. Kelly tenía retraso en su desarrollo y se tomó un tiempo extra para descubrir su coordinación y movilizarse con mayor facilidad por toda la casa.
Mientras sus hermanos corrían en círculos a su alrededor, a ella no le importaba su condición y solo quería unirse al caos con sus hermanos.
Jess dijo:
«Aunque Kelly era pequeña, se esforzó mucho y quería jugar con los gatitos más grandes».
Sin duda, Kelly estaba prosperando en su crianza e iba alcanzando metas cada día, pero nada la hace más feliz que recibir algunas caricias y abrazos.
Ahora que puede hacer muchas cosas sola, como alimentarse, está creciendo más rápido y se nota que está más fuerte y sana. Por lo pronto, a Kelly, la gatita más pequeña de su camada, le encanta seguir a sus hermanos más grandes por todos los rincones de la casa.
Lo que le falta en tamaño lo compensa con su personalidad, le encanta jugar con sus hermanos incluso cuando intentan dormir. Cuando Kelly quiere jugar, no aceptará un no como respuesta, es una chica muy traviesa que sabe lo que quiere y siempre lo consigue.
La pequeña gatita ha recorrido un largo camino para estar bien y aunque sigue siendo la más tierna de la camada, tiene una personalidad poderosa y el corazón de un león.
Gracias a su familia de acogida, que es muy amorosa, la pequeña gatita se ha convertido en una gata sana y feliz.
